EL FOLKLORE EN LA PINTURA MODERNISTA
Una reinterpretación del nacionalismo, la raza y el género
"El Jarabe" (1913), Saturnino Herrán
Óleo sobre lienzo, 1.61 x 1.31 m
Colección del Instituto Nacional de Bellas Artes
"Muchacha de Cuetzalan" (1988), Raúl Anguiano
Litografía, 73.7 x 55.9 cm
Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara
La palabra folklore, acuñada por William J. Thoms en 1846, aglutina dos conceptos: folk (gente) y lore (conocimiento, sabiduría). Por ende, por folklore se entiende al conocimiento tradicional de los pueblos.
Actualmente, es una expresión que se utiliza dentro de las ciencias sociales para estudiar la cultura popular tradicional, y las expresiones de la misma que se dan en el ámbito del arte y la cultura.
En esta muestra, se analiza la representación plástica de estas expresiones, y cómo en ellas se conjugan las ideas sobre la raza, la nación y el género para dar lugar a un imaginario que, aunado a la técnica, puede ser considerado modernista.
En este caso, la única pintura hecha por una mujer en esta muestra, el proceso de interpretación de la nación en función de lo femenino se da viceversa. Por esto, me refiero a que en vez de que un concepto abstracto de nación se apropie de rasgos femeninos, es una mujer concreta la que se apropia de los atributos culturales para expresar su nacionalidad.
Aunque la forma de representar la forma de ser mujer de Frida Kahlo (1907-1954) es muy compleja y no forma parte de este análisis, además de que requiere una muestra mayor de su obra, este pequeño óleo sobresale porque no sólo es la vestimenta lo que la ubica dentro del contexto cultural, sino que está ataviada con los mismos colores patrios.
Dentro del discurso racial se transforman poco a poco los conceptos. Por ejemplo, la idea de las castas en la Nueva España se resignifica al ubicar a personas de distinto origen étnico dentro de un mismo grupo cultural, como puede observarse en esta pintura de Alberto Fuster (1872-1922).
En ella conviven mujeres de rasgos variopintos que destacan por su vestimenta. Desde el título mismo de la obra, se le da importancia al vestido como expresión de una forma de ser concreta en un contexto cultural. Estar ataviadas con largas faldas, rebozos, collares, diademas, y chales, le da a las mujeres representadas una connotación que no sólo indica un lugar social, sino una posición dentro de la cultura.
El indigenismo, corriente importante en el México posrevolucionario, llevó a los artistas de todo tipo a buscar la representación de los distintos grupos indígenas que se encuentran en el país. Lo endémico se convirtió en necesidad al momento de reflejar una identidad nacional, y dentro de esta categoría también se colocaron los pueblos, además de sus expresiones. En las artes plásticas se buscó representar los rasgos fisonómicos de estos grupos como parte fundamental de esta identidad; por eso el tema de la raza cobró especial importancia, al convertirse en uno de los factores básicos del discurso de construcción de una identidad nacional.
La abstracción de los rasgos indígenas se vio favorecida por las técnicas modernistas; el peso de las formas junto con el uso de la línea, fueron recursos muy recurridos.
En estas cuatro pinturas podemos ver la suma de los siguientes motivos: las mujeres indígenas, la indumentaria y el entorno natural. Individualmente son conceptos que remiten a lo nacional, y en conjunto se vuelven un código para mostrar la permanencia de una forma de vida ancestral.
En los óleos de Carlos Mérida (1891-1984) y Roberto Montenegro (1985-1968) vemos a varias mujeres de rasgos exagerados sobre un fondo de montañas, donde a su vez hay pequeñas viviendas que les dan contexto.
Esta suma de factores se convirtió poco a poco en un arquetipo y siguió la tradición de los autores modernistas a las siguientes generaciones. Por ello, podemos observar la litografía de Raúl Anguiano (1915-2006) como una continuación de esta tradición pictórica.
La India Oaxaqueña de Ramón Cano Manilla (1888-1974) es una figura a cuerpo completo que está ataviada con un traje cordado completo, cuya textura resalta sobre la piel y el fondo plantiforme.
Un tema muy importante para entender el imaginario que se configura a partir de las costumbres y la vida tradicional, es la fusión de los seres humanos con la naturaleza. Esta relación armónica se asocia con claridad, en primer lugar, a un pasado prehispánico y a la apreciación de los pueblos originarios de los bienes naturales.
Por otra parte, dentro de la mentalidad del artista y de los cánones fijados por la "mirada masculina", las mujeres son casi siempre las protagonistas de estas obras, cuando no se trata de númenes o seres mitológicos. A la mujer se le asocia con la fertilidad, con la Madre Tierra, y con la conservación de los saberes antiguos a partir de la tradición.
"La Ofrenda" (1913), Saturnino Herrán
Óleo sobre lienzo, 1.82 x 2.10 m
Museo Nacional de Arte
"Mujeres con frutas" (1930), Alfredo Ramos Martínez
Óleo sobre lienzo, 91.4 x 86.3 cm
Colección privada
"Mujeres de Metepec" (1922), Carlos Mérida
Óleo sobre lienzo, 77.5 x 75.5 cm
Lance Aaron Collection, San Antonio
"Mujeres mayas" (1926), Roberto Montenegro
Óleo sobre lienzo, 80 x 69.8 cm
Museum of Modern Art
"India Oaxaqueña" (1928), Ramón Cano Manilla
Litografía, 149 x 99.5 cm
Museo Nacional de Arte
"Vendedora de flores" (1941), Diego Rivera
Óleo sobre masonita, 121.9 x 121.9 cm
Norton Simon Museum; Pasadena, California
"La Bamba" (c. 1945-49), Jesús Helguera
Óleo sobre lienzo, 130 x 99 cm
Sullivan Goss Gallery; Santa Barbara, California
"Baile de Tehuantepec" (1928), Diego Rivera
Óleo sobre lienzo, 200 x 163 cm
Colección privada
"Mi abuela jarocha en traje de novia" (1917), Alberto Fuster
Óleo sobre lienzo. Museo Salvador Ferrando; Tlacotalpan, Veracruz
"Tehuana" (1919), Adolfo Best Maugard
Colección Francisco García Palomino,
Museo Nacional de Arte
"Tehuana" (1914), Saturnino Herrán
Óleo sobre tela, 1.50 x 0.74 cm
Museo de Aguascalientes
"Retrato de Dolores Olmedo (La Tehuana)" (1955)
Diego Rivera, óleo sobre tela, 201.2 cm x 153.1 cm
Museo Dolores Olmedo
"Diego y yo" (1949), Frida Kahlo
Óleo sobre lienzo, 28 x 22 cm
Colección privada
No obstante, se fue alcanzando la abstracción de los motivos indígenas más allá de la identidad individual, al punto de prescindir de un rostro, como en el caso de la serie de vendedores de flores de Diego Rivera (1886-1957). En Vendedora de flores, la mujer está de espaldas, pero aún así nos damos cuenta de su etnicidad por la vestimenta y por el uso deliberado del color en su piel. Es clave el papel de los alcatraces como continuación de la forma, además de que implican la conexión con la naturaleza que tanto se busca en estas obras.
Las flores son un motivo recurrente y simbólico, que además remiten a una actividad y una ocupación. Pero su significado también puede ser más complejo, como en el caso de las flores de cempasúchitl que se pueden ver en La Ofrenda de Herrán. En esta obra podemos observar una expresión clara de las tradiciones como parte fundamental de la cultura popular, cuestión que además está imbuida de un halo de sacralidad.
Las costumbres y tradiciones no sólo implican un forma de ser, sino una forma de vivir. Por eso hay un imperactivo pragmático en ellas, se convierten en actividades necesarias para transmitir la cultura de generación en generación.
Por eso es que el folklore en muchos casos se entiende como el estudio de las expresiones artísticas que implican movimiento, como los cantos y la danza.
Los bailes tradicionales son uno de los temas más recurridos al hablar del folclor, y también al representarlo en la plástica. Los más famosos se convierten en parangón de las expresiones folclóricas nacionales; es decir, que algunas localidades o danzas concretas son casos típicos, como ocurre en el caso de Tehuantepec, la Huasteca, o el Bajío.
Como ya se mencionó anteriormente, hay casos que se distinguen sobre otras expresiones culturales. Uno era la zona del Bajío y Jalisco, de donde vienen las expresiones "jarocha" y "tapatío", y otro es la zona de Tehuantepec en Oaxaca. Las mujeres tehuanas, cuya indumentaria es notoria por sus grandes holanes, fueron un motivo que se utilizó para expresar el nacionalismo. En las tres imágenes se retoma la vestimenta típica para representar a una mujer de figura sinuosa, pero ya no se adscriben a un grupo indígena particular, sino que se apropian de la cultura como parte de la mexicaneidad.
Sin embargo, en estos tres casos, la única imagen que no parece ser un retrato y cuya protagonista permanece en la anonimidad, es la de Adolfo Best Maugard. En los otros dos, los autores hacen retratos bajo el motivo de la Tehuana, tanto en el caso de Diego Rivera, quien deja claro que se trata de Dolores Olmedo, como en el de Saturnino Herrán. En este último caso, se han dado varias interpretaciones de la identidad de la protagonista; Fausto Ramírez sugiere que es la esposa de Herrán, y Avelina Lesper hace una lectura de la obra como autorretrato feminizado de Herrán. De cualquier manera, en estas imágenes hay un tratado sobre lo femenino, y su lugar en la tradición nacional.
Las mujeres indígenas
La tradición
Las tehuanas
Un caso típico
El folklore
Saturnino Herrán (1887-1918) fue un pintor veracruzano muy interesado por las costumbres nacionales y las expresiones culturales populares. En esta obra podemos observar a dos hombres y una mujer, la protagonista de la imagen, bailando el tradicional Jarabe tapatío, que podemos situar gracias a la vestimenta y al pueblo que se vislumbra en los planos más lejanos.
En esta obra, podemos ver cómo las mujeres, indígenas, están rodeadas de frutos y flores que las ubican dentro de un entorno natural donde coexisten pacíficamente. El pintor mexicano Alfredo Ramos Martínez (1871-1946) repitió este tema en muchas de sus pinturas, la mayoría de las cuales ahora pertenecen a colecciones particulares.
El uso del color y la forma para llevar este mensaje nos remite a una repapropiación de las técnicas de vanguardia, para transmitir los mensajes de índole nacionalista.
En estos dos óleos, podemos observar dos bailes de regiones distintas. En la obra de Rivera todavía se observa la intención del autor de representar los rasgos indígenas, pero en el segundo caso, en la obra de Jesús Helguera (1910-1970), tiene prevalencia la expresión artística sobre la raza, y se refleja un mestizaje cultural.
El papel de la mujer en la configuración del imaginario nacional es importante. No por nada existe la expresión, contradictoria en términos de género, de la "madre patria". Por eso, las alegorías sobre la patria son femeninas, y a la nación se le dan atributos de mujer.
Un caso excepcional...